Consumir alimentos vegetales crudos es una de las mejores maneras que tenemos de incorporar todas sus propiedades nutricionales. Cuando cocinamos los alimentos, muchos de sus nutrientes, vitaminas, minerales y enzimas se pierden antes de que lleguemos a comerlos. Esto es así especialmente si se cocinan de manera excesiva o de forma inadecuada. 

Además de los beneficios nutricionales, es importante considerar que la preparación de un platillo requiere un uso eficiente de agua, gas y electricidad, utilizados tanto en los equipos eléctricos como los que requieren gas, por lo que hay que considerar la optimización de todos los recursos para reducir la huella ambiental de la alimentación que se refiere a demanda de energéticos (electricidad, gas, vapor, etc).

1.- Promueven una mejor masticación

Los alimentos crudos, para tragarse bien, requieren una mayor masticación, ya que su estructura se mantiene intacta, y no es ablandada por medio de una cocción. Esto ocasionará una mejor digestión, menor hinchazón abdominal y menos gases. Además, los vegetales crudos contienen fibra y enzimas que ayudan a mejorar la digestion, por lo que combaten la dispepsia (náuseas, pesadez y dolor de estómago, ardor y flatulencia) y la formación de gases.

2.- Mejora del equilibrio intestinal y la absorción de nutrientes

Una alimentación rica en alimentos vegetales crudos favorece el equilibrio entre las distintas colonias de microorganismos que se encuentran en el intestino. Este equilibrio es necesario para la correcta absorción de nutrientes.

3.- Mayor aprovechamiento de nutrientes

El calor al que se someten muchos alimentos durante el cocinado hace que se pierda o se reduzca de forma sustancial su contenido en vitaminas y antioxidantes, y que parte de sus sales minerales queden disueltas en el caldo de cocción. Aunque hay excepciones (como el jitomate, cuyo licopeno antioxidante es más activo cuando se ha cocinado), en general, los alimentos vegetales crudos contienen una mayor densidad de nutrientes reguladores. Estos nutrientes están implicados en procesos de obtención de energía, mediante un mayor y mejor aprovechamiento de los nutrientes (hidratos, proteínas, grasas). El resultado es un organismo más nutrido, con más vitalidad y energía.

4.- Aprovechamiento superior de antioxidantes

Es muy importante para el organismo recibir suficientes antioxidantes que compensen la acción oxidante del oxígeno que respiramos y de los radicales libres, producto del metabolismo o de la exposición ambiental (al tabaco, la contaminación, etc.). Los alimentos más antioxidantes son ciertos vegetales crudos. Estudios realizados por el USDA en el Centro de Investigación sobre nutrición humana de la Universidad de Tufts, en Boston, sugieren que consumir las frutas y verduras más antioxidantes ayuda a ralentizar el proceso de envejecimiento en el organismo y en el cerebro, relacionado con el cáncer, las enfermedades cardiovasculares y las degenerativas, como el Parkinson o el Alzheimer.

5.- Ahorro de energía utilizada para la cocción de alimentos

No sólo las grandes cocinas industriales tienen margen para el ahorro energético. La cocina de tu hogar puede aspirar a ser eficiente aumentando el consumo de alimentos vegetales crudos y  siguiendo algunas prácticas energéticas responsables. Agregar más preparaciones de vegetales crudos a tus comidas, no sólo ahorra gas o electricidad utilizados para la cocción, sino que también disminuye el gasto de agua, el tiempo destinado para cocinar, y la compra de alimentos que requieren empaques para su conservación.

Alimentos crudos que no pueden faltar en tu mesa

Ensaladas

En todas sus versiones, formas, elaboraciones, combinaciones y presentaciones. Pueden estar compuestas por los ingredientes más populares, como la lechuga o espinacas, o mezcladas con hojas más selectas, como la arúgula, el kale o los berros. Combinados con otros vegetales, estimulan los cinco sentidos por sus colores, aromas, variedad de sabores y crujiente textura. Prueba ésta deliciosa ensalada de duraznos, o una fresca ensalada de coliflor cruda.

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Fruta fresca

En todos los formatos, texturas y formas (al natural, en licuados, pudines, picadas). 

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Frutos secos

Las castañas y las avellanas se han identificado como las más ricas en antioxidantes, pero todos los frutos secos reúnen un valioso valor nutricional. Las semillas de calabaza, de linaza o de ajonjolí se pueden añadir a las ensaladas o a las cremas para hacerlas más interesantes.

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Mezcla de frutas deshidratadas

Las uvas y ciruelas, los higos, los orejones y dátiles son una potente fuente de energía que concentra los nutrientes valiosos de la fruta fresca, como minerales, fibra y algunas vitaminas. Un puñado de uvas pasas en la ensalada o unos orejones mezclados con los copos del desayuno son dos fórmulas deliciosas para comer más frutas dulces.

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Comienza hoy a incorporar alimentos crudos en tus comidas.

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