Buscar el bienestar se ha convertido en una de nuestras prioridades, y es que lidiar con el estrés de  nuestra propia vida – aunado con la sensación de incertidumbre de los acontecimientos globales – nos puede mermar nuestros estados de de ánimo a tal grado que podemos ni siquiera darnos cuenta, hasta que ya nos sentimos sobre expuestos y vulnerables. 

¿Sabías que lo que comemos nos puede traer bienestar?

Primero entendamos el bienestar, estar bien es el equilibrio entre la salud mental, física y emocional y este bienestar se manifiesta de manera tangible en nuestro día a día. 

Levantarnos con energía, con ganas de hacer cosas, mantener relaciones personales o familiares saludables, funcionar en entornos sociales, desempeñarte en el trabajo o en la escuela, reír y hacer reír a los demás, tener la capacidad de ver los problemas y hacerles frente. La resiliencia también es una manifestación de bienestar.

¿Pero cómo llegar a este estado? Siempre comienza por tu plato

Satisfacción, energía  y estado de ánimo

La satisfacción… sé que las has sentido, y esta se debe en parte al balance adecuado de las proteínas, cuando hay un equilibrio el aprendizaje es más eficaz, prolongado y procesamos la información más rápido.

¿Qué es lo que nos suele subir la energía?

El azúcar, las cosas dulces. Su efecto es inmediato pero probablemente al cabo de 30-45 minutos desciende. Por lo tanto, para sentirnos bien en un momento puntual es una buena idea ingerir carbohidratos. Pero si queremos estabilidad y que la emoción no varíe necesitamos otro tipo de alimentos: los cereales, como pasta y arroces integrales. La relación que hay entre el estado de ánimo y el consumo de carbohidratos está mediada por la serotonina.

Asimismo, la mejor fuente para aportar energía de manera duradera son las proteínas, pero si nos pasamos o no las comemos cuando se debe el resultado puede ser opuesto, llega un sensación de tensión e incluso hostilidad.

Con una proporción elevada de proteínas en el desayuno la sensación de energía es mayor, más duradera y más controlada.

Por otra parte, los ácidos grasos mejoran nuestro estado de ánimo, hacen que haya más serotonina disponible y que hagamos mejor uso de ella. 

Los ácidos grasos influyen en la capacidad de nuestro sistema nervioso para ser flexible, para adaptarse y aprender más; y para oxidarse menos, es decir: para envejecer intelectualmente un poco más despacio.

Se que te han dicho mucho esto pero ¡sí, el desayuno es la clave!

Nuestros desayunos deben contener el 20% o más de las calorías que necesitamos para el resto del día.

Y este ajuste debemos hacerlo con todas las comidas, racionarlas en torno al 20%, de forma que estarás mucho más activo y mejor a nivel emocional durante todo el día.

Las emociones también se contagian, si convives con niños debes enseñarles esto, somos modelos de emociones para ellos, si lo que comes y como lo distribuyes te hace feliz, ellos podrán replicar ese conocimiento para tener una vida adulta sin relaciones destructivas con la comida. 

Ojo, no busques bienestar en la comida, es a través de la comida que lo obtienes, una buena relación con nuestros alimentos nos permite estar saludables, en el peso adecuado y sin ansiedad por comer. 

Una alimentación basada en plantas tienen otros matices que pueden elevar nuestra calidad de vida y es que es alta en fibra, podrás decirle adiós a los problemas relacionados con la falta de fibra como el estreñimiento, la imposibilidad de bajar de peso entre otros.

Y por si fuera poco saber que al elegir comidas libres de crueldad estás salvando la vida de los animales traerá una satisfacción prolongada a lo largo de tu vida.

¡Así que ve a la cocina y encuentra el camino más corto al bienestar!

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