Por más de 10 años, desde que comencé a seguir una alimentación basada en plantas, con frecuencia he visto cómo cuando alguien publica una foto de alguna alternativa vegetal a la carne o lácteos surgen preguntas y comentarios como “¿por qué los veganos comen cosas que parecen y saben como la carne?” y “¿por qué llaman “carne” o “queso” a los sustitutos vegetales de estos productos de origen animal?”.

Y con frecuencia también vemos cosas como “Si quieres comer tocino, come uno de verdad”, ¡Eso es tan antinatural!” o, un poco más allá con “Si los vegetales son tan buenos, ¿por qué siempre quieren hacer que su comida se parezca a la carne?”.

Estas expresiones, que son bastantes frecuentes, también son en cierta media lógicas.  Y lo son porque la mayoría de las personas que las hacen realmente desconocen cuáles son los motivos por los cuales una persona puede decidir dejar de consumir productos de origen animal. 

Y es por esta razón, y por las profundas motivaciones que hay detrás de una decisión así, que hoy quisiera explicar esto desde la perspectiva de una persona que como yo sigue una alimentación libre de productos de origen animal. 

Nunca nos dejó de gustar la carne pero el origen sí importa

El meollo del asunto – o lo más importante que hay que saber – es que la inmensa mayoría de veganos o vegetarianos no dejaron de comer carne porque no les gustara su sabor. Es mucho más profundo que esto. 

Lo que les llevó a tomar esa decisión fueron tres motivos contundentes: rechazar la crueldad hacia los animales, cuidar su salud y proteger al planeta del impacto destructivo de la industria ganadera. Si algo es extremadamente raro, o incluso hasta improbable, es que conozcas a una persona que dejó de comer carne porque nunca le gustó. 

La decisión resulta tan natural y lógica como este argumento: si al comprar productos vegetales que son como la carne en su aspecto, olor y sabor estoy haciendo la mejor elección para cuidar mi salud y al planeta y, al mismo tiempo, no contribuyo con el sufrimiento de animales ¿por qué habría de volver a elegir comer carne?

Facilita la acción de elegir

El hecho de que exista una gran variedad de productos alternativos con los que podemos experimentar el mismo placer que cuando comíamos carne hace que sea mucho más fácil hacer el cambio.

Y esto es así porque en realidad al tomar la decisión y comenzar a sustituir no estás renunciando a nada, esos sabores y texturas que siempre te gustaron siguen allí solo que en otros productos que, como añadido, son más sanos, libres de crueldad animal y no son dañinos para el planeta. Como ves, no pierdes nada, es pura ganancia

Es un mercado que alcanza también a quienes comen carne

Aunque a quienes siguen una alimentación basada en plantas podrías darles igual que las alternativas vegetales sean idénticas a la carne o que sean identificadas como tales (“carne vegetal”, “hamburguesas vegetales ” y “salchicas vegetales”), también nos hemos dado cuenta de que muchas empresas que las producen logran que se vean y sepan como la carne y las llaman así porque también quieren atraer a los consumidores de carne. 

Entre estos últimos se encuentran muchos que por uno o más de los motivos mencionados anteriormente han comenzado a sustituir la carne con estas opciones una o más veces por semana en sus comidas. ¡El crecimiento del mercado de alternativas vegetales a la carne es imparable!

Dejar de comer carne es un acto de compasión y también de consciencia con respecto a nosotros mismos y nuestra responsabilidad con el planeta, pero lo cierto es que tenemos que comer. Si podemos hacerlo preparando deliciosas comidas en casa o comprando productos que satisfacen nuestro paladar y además nos nutren es, sin duda, un absoluto ganar-ganar.

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