Cada año, en marzo marca dos eventos de importancia global: el Día Mundial Sin Carne y el Día del Agua. Estas celebraciones, aparentemente disímiles, están conectadas por un hilo invisible pero crucial: la relación intrínseca entre la producción de carne y el uso del agua.

Mientras que el Día Mundial Sin Carne se celebra el 20 de marzo de cada año con el propósito de concienciar a la población sobre los impactos negativos que tiene el consumo excesivo de carne en la salud humana, el bienestar animal y el medio ambiente. El Día Mundial del Agua, que se celebra dos días después el 22 de marzo, tiene el objetivo de destacar la importancia del agua dulce y abordar los desafíos relacionados con su gestión, conservación y acceso equitativo.

El consumo de agua oculto en la producción de carne

Para comprender la conexión entre el consumo de carne y el agua, es esencial mirar más allá del plato y adentrarse en los procesos de producción.

La cría de animales para consumo humano es una de las industrias más intensivas en agua del mundo. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), se requieren alrededor de 15,415 litros de agua para producir un kilogramo de carne de res. Este número es asombroso en comparación con los 1,760 litros necesarios para producir un kilogramo de maíz o los 3,190 litros para un kilogramo de arroz.

La cría de animales, en particular, contribuye significativamente a la huella hídrica global. Desde el agua utilizada para regar los cultivos que alimentan al ganado hasta el agua necesaria para su hidratación y limpieza, cada etapa del proceso de producción de carne es intensiva en agua. Además, los residuos generados por las operaciones ganaderas pueden contaminar las fuentes de agua locales, afectando tanto la calidad como la disponibilidad del agua para las comunidades cercanas. En resumen la ganadería no solo derrocha agua también la contamina.

Existe un concepto conocido como “agua invisible” o “agua virtual”, que se refiere al agua utilizada en la producción de alimentos, pero que no es evidente para el consumidor final. Por ejemplo, la producción de forraje y cultivos destinados a alimentar al ganado implica una cantidad considerable de agua, y esta huella hídrica está inherentemente ligada al consumo de carne.

La importancia de reducir el consumo de carne para la conservación del agua

En un mundo donde más de 2 mil millones de personas enfrentan escasez de agua, y donde la demanda de alimentos está en constante aumento debido al crecimiento poblacional, es crucial adoptar prácticas alimentarias sostenibles.

Reducir el consumo de carne no solo beneficia la salud humana y el medio ambiente, sino que también ayuda a preservar un recurso vital: el agua.

Al optar por alternativas basadas en plantas en lugar de productos cárnicos, cada individuo puede contribuir significativamente a la conservación del agua. Los alimentos de origen vegetal tienden a requerir menos agua para su producción en comparación con los productos de origen animal.

Además, al disminuir la demanda de carne, se reduce la presión sobre los recursos hídricos y se promueve una distribución más equitativa del agua, beneficiando a las comunidades que más lo necesitan.

Reflexionemos juntos

El Día Mundial Sin Carne y el Día del Agua son recordatorios oportunos de la interconexión entre nuestras elecciones alimentarias y el estado de nuestros recursos hídricos.

Al reconocer la importancia de reducir el consumo de carne para conservar el agua, cada uno de nosotros puede desempeñar un papel en la construcción de un futuro más sostenible y equitativo.

Adoptar una alimentación basada en plantas no solo beneficia nuestra salud y el medio ambiente, sino que también es un acto de solidaridad hacia los animales confinados para ser explotados por su carne, también para las generaciones futuras y las comunidades que dependen del agua para sobrevivir.

La mejor manera de cuidar el agua es no comiendo nada que provenga de la ganadería industrial.

LoveVeg México

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