En nuestra cultura, la comida es mucho más que alimento: es reunión, cariño, risas, chistes, tradiciones… y muchas veces, también, incomodidades, tenemos una necesidad de socializar, y eso a veces nos pone en situaciones donde no sabemos cómo actuar, especialmente si hemos elegido un camino distinto: no comer animales.

En casi todas las familias hay alguien que come distinto, que en las reuniones pregunta qué hay de comer… y al final dice: “no te preocupes, yo llevo algo”, quien no se sirve del platillo principal, aunque esté en el centro de la mesa, que sonríe, convive y no se queja, aunque a veces recibe bromas, preguntas incómodas o comentarios que buscan “aligerar” el momento.

“¿Y no te hace falta proteína?”, “¿Y no extrañas los tacos de tu infancia?”, “¿Y ahora qué comes en Navidad, lechuga?”

A simple vista puede parecer exagerado o incomprensible, pero detrás de esa decisión que a veces se ve como moda, rebeldía o una forma de llamar la atención hay algo mucho más profundo.

Lo hace porque un día no pudo seguir ignorando lo que sintió al ver los ojos de un animal, esa persona tal vez vio un video, escuchó una historia, visitó un lugar donde viven vacas, cerdos o gallinas rescatadas, simplemente mirar a un animal a los ojos y no poder seguir ignorando lo evidente y entendió que esos animales también sienten, sufren, buscan consuelo, reconocen voces, disfrutan el sol, el descanso, el cariño…

Y que la mayoría de los que son criados para consumo pasan sus días en condiciones que preferimos no imaginar: hacinados en espacios diminutos, encerrados sin luz natural, en pisos enrejados que lastiman sus patas, mutilados sin anestesia, separados de sus madres a las pocas horas de nacer, obligados a crecer en condiciones antinaturales y finalmente, llevados a la muerte en mataderos lejanos, silenciosos… pero muy reales.

Desde ese momento, ya no pudieron separar lo que hay en el plato de la historia que lo precede.

Si tú eres quien decidió no comer animales y te preparas para asistir a una reunión donde sí se consumen, te compartimos algunas acciones que pueden hacer la experiencia más ligera, y, al mismo tiempo, inspirar a quienes te rodean:

  • Llega con tiempo y disposición para ayudar en la cocina, estar presente desde antes puede abrir espacios de conversación sincera, y demostrar que tu intención es convivir, no incomodar.
  • Lleva un platillo preparado por ti, no solo te aseguras de tener qué comer, también compartes con los demás algo distinto, hecho con amor y sin sufrimiento.
  • Prepara algo sabroso colorido y tradicional, no se trata de reinventar la cocina mexicana, sino de darle una vuelta más amable, un platillo que diga, sin palabras, que puedes comer delicioso sin dañar a nadie.
  • Evita entrar en debates o intentar convencer, deja que tu presencia, tu comida y tu coherencia hablen por ti, a veces, eso abre más puertas que cualquier argumento.
  • Recuerda: no estás buscando atención, solo ser fiel a ti, la intención es convivir, reír, abrazar, ser parte de la familia o grupo de amigos… sin renunciar a tus valores.


En Love Veg lo sabemos: por eso creamos versiones sin crueldad de platillos tradicionales, porque creemos que los antojos no se cancelan, pero el sufrimiento sí puede evitarse.

Te queremos compartir 8 recetas veganas fáciles para llevar a tus reuniones, son mis mejores recetas para abrir la mente y el corazón de las personas.

Tal vez solo quiere que veas con el corazón, no busca convencerte, solo que comprendas que su decisión nació del amor, que en su plato no hay ausencias, hay coherencia.

Y si tú eres esa persona:

Gracias por recordarnos que el amor también se sirve en el plato, en Love Veg te acompañamos a cocinar con sazón, con intención, y sin miedo, explora nuestras recetas, y lleva a tu próxima reunión un platillo que hable por ti, incluso sin palabras.

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