Desde hace aproximadamente 10,000 años, la humanidad dio uno de los pasos más importantes para su supervivencia: la agricultura, en las fértiles regiones del Creciente Fértil entre los ríos Tigris y Éufrates comenzaron las primeras siembras que permitieron pasar de una vida nómada a una estable, con la agricultura, nacieron las aldeas, las culturas, las lenguas, los oficios, nació la posibilidad de planear el futuro.

Hoy, la agricultura sigue siendo una actividad esencial para nuestra existencia, la tierra, generosa y sabia, nos ha dado desde siempre lo que necesitamos para nutrirnos: semillas, legumbres, frutas, verduras, raíces, plantas medicinales, todo está ahí, abundante y creativo, pero nos hemos alejado de esa armonía. 

En lugar de cuidar la tierra, la hemos sobreexplotado, hemos cultivado no para alimentar a las personas, sino para sostener un sistema basado en la crueldad animal.

Animales que no son vistos como seres sintientes, sino como máquinas de producción, hacinados, sin acceso a la luz natural, con cuerpos modificados para crecer más rápido de lo que su organismo puede soportar, separados de sus madres, mutilados sin anestesia y transportados en condiciones inhumanas hasta su muerte. 

Todo ese sufrimiento existe para sostener una demanda que podríamos evitar si cultiváramos para alimentar directamente a las personas, y no para mantener un sistema de explotación injustificable.

Actualmente, más del 75% de las tierras agrícolas del mundo se destinan a alimentar animales destinados al consumo humano, esto no solo es insostenible, es incoherente, cultivamos alimentos para quienes serán sacrificados, cuando podríamos utilizar esos mismos recursos para erradicar el hambre humana, cuidar el agua, la tierra, el aire.

Volver a una agricultura que tenga como centro a las personas y no a los sistemas de explotación animal es más urgente que nunca, no es una utopía, es una necesidad, es momento de honrar la tierra, de recordar que nos ofrece todo lo que necesitamos para vivir sin dañar a nadie.

Una alimentación basada en plantas no solo es compasiva y ética, también es el sistema alimentario más eficiente y justo: requiere menos tierra, menos agua, genera menos emisiones contaminantes y permite alimentar a más personas utilizando menos recursos.

Desde Love Veg impulsamos un modelo de alimentación que regresa a ese vínculo con la tierra, a esa agricultura consciente, libre de crueldad y generosa con todos los seres vivos, apostamos por un presente sostenible y un futuro con sentido.

Al cultivar directamente para el consumo humano, en lugar de sostener una industria que desvía gran parte de los cultivos hacia la alimentación animal, contribuimos a restaurar los ecosistemas, reducir la deforestación y frenar el cambio climático, este modelo agrícola plant-based honra el verdadero propósito de la agricultura: nutrir la vida, no destruirla, en este Día Mundial de la Agricultura, cultivemos conciencia, cultivemos un mundo más justo para todos y para todo.

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